LA MORADA DEL GUALICHÚ
LA MORADA DEL GUALICHÚ La morada del Gualichú El comisario detuvo la camioneta en el bajo, señaló hacia el auto que se destacaba sobre la salina resplandeciente y exclamó: “¡ese debe ser Sahin, el turco perdido, vayan a ver y me avisan!” Los tres policías caminaron hacia donde indicaba el comisario. “¡Es el turco! ¡Está muerto!”, gritó uno de los policías. Recién entonces el comisario se acomodó el cinto bajo la panza y caminó hacia el finado. Allí, con la seguridad que hubiese maravillado a Sherlock Holmes, dijo: “Por cómo quedó el auto, el hombre venía del sur; debe hacer como 5 días que murió; se bajó para hacer pis y lo atacó un jabalí, o un puma. Después, los caranchos le comieron el hígado”, agregó, mientras espiaba la herida bajo la camisa. El turco Sahin andaba vendiendo ropa y baratijas por la Patagonia y fue cuando regresaba que tomó la ruta desierta que marcaría su final. El calor sofocante entrando por la ventanilla y el repiquetear monótono de las válvulas...