El Regreso
El regreso -una historia (i)real- Sin su ojo derecho, rengueando maltrecho, con la cresta partida en jirones, pero altivo y con su plumaje aún vistoso, apenas apoyando una de sus patas quebradas, el gallito rojo se pavoneaba a los saltitos por el patio, haciendo caso omiso de su calamitosa condición. La primera derrota no había sido muy clara; su oponente le había arrancado un ojo en un descuido. Garcés, el maestro, sostuvo ante los presentes que más que un ataque certero había sido un golpe de suerte. Seguro que el picotazo del negro “había encontrado” el ojo del gallito de Garcés cuando éste giraba la cabeza en el revoleo. Obstinado como era, Garcés lo llevó nuevamente al ruedo, un círculo de tierra rodeado por un cerco de arpilleras. A su alrededor unos cincuenta paisanos se agolpaban para las apuestas. El gallo de Garcés era fuerte y curtido, y sabía golpear en el momento justo. Una vez en el ruedo saltaba de inmediato sobre el oponente y sin darle tiempo a reacc...